Ecoetiquetado un tema clave para los exportadores de Latinoamérica
sábado, 22 de mayo de 2010
Desde el 18 de mayo Colombia hace parte de los cuatro países Latinoamericanos que hoy tienen Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE). Estos países son México, Chile, Colombia, Perú.
En este sentido, es muy importante que las entidades de comercio exterior y de apoyo a las exportaciones de estos países (y en general de todos aquellos que deseen exportar hacia países industrializados) tengan en cuenta la tendencia que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso económico y social de un tratado de estas magnitudes. Aunque pueda sonar un poco trillado, la tendencia dominante es el medio ambiente, así como lo fue la capacidad de producción al inicio de este milenio y la calidad a principios de los 90’s.
Sin embargo, la forma en que se aborda el tema ambiental en Europa y Estados Unidos, dista mucho de la manera coloquial y retórica con la que se trata en estas latitudes. Veamos dos países que por diferentes vías utilizan el mismo concepto
La Huella Carbono
Francia: Desde el 1 de enero de 2011 empezará a regir en Francia la Ley Grenelle II. Esta ley exige que los productos con mayor impacto ambiental (alimentos y sus derivados) informen a través de su huella de carbono (carbón footprint), las emisiones de gas de efecto invernadero (GEI) que generaron su elaboración y transporte. No hay distinciones entre productos locales o importados, y progresivamente se extenderá a todo tipo de artículos.
Reino Unido el supermercado Tesco, de manera voluntaria, introduce el etiquetado de huella de carbono a los productos alimenticios.
En ambos casos, dicho etiquetado implica que cada producto debe contener una tabla donde se muestre cómo se comporta la huella de carbono en las diferentes etapas de elaboración del producto. Por ejemplo, un paquete de papas fritas que pesa aproximadamente 25 g, requiere para que llegue a sus manos o las mías, 80 g de CO2, distribuídos así:
Cultivo y cosecha 36%
Manufactura: 17%
Empaque : 34%
Transporte 10%
Residuos sólido 3%
Los datos anteriores corresponden a un caso real. La marca de papas fritas Walwers (de origen británico) estudió el ciclo de vida de su producto e implementó una etiqueta de huella de carbono. Cada paquete de papas tiene la siguiente imagen:
Fuente:Imagen http://www.walkerscarbonfootprint.co.uk/walkers_carbon_footprint.html
Más allá del discurso ambiental
Pero esta situación no es solo una moda, la Comunidad Europea tiene una serie de compromisos bastante exigentes para reducir sus emisiones GEI (ver oportunidades y retos de América latina frente al cambio climático ), por lo cual debe analizar, controlar y reducir todas las emisiones de CO2, para cumplir con sus objetivos.
Adicional a lo anterior, este tema se traduce en costos. La Oficina para el Cambio Climático OCC del Reino Unido, a través de un amplio y robusto estudio estudio llamado Reporte Stern , calculó que cada tonelada de CO2 emitida, causa daños estimados en U$85, los cuales si no son asumidos por el fabricante o prestador del servicio, deben ser asumidos por el país que lo adquirió. En este punto, el ambientalismo y las buenas intenciones se convierten en dinero, un tema difícil de evadir. A lo anterior hay que agregar que esta no es la única ecoetiqueta que se está implementando
Cuál es el paso a seguir?
Volviendo al tema inicial, que es tan profundo, como complejo, mi principal intención, era darles un pequeño abrebocas de las tendencias que enmarcan nuestro nuevo mercado objetivo (el cual mueve aproximadamente U$ 1,7 billones de dólares y cuenta con casi 500 millones de clientes potenciales), así como hacer un llamado de atención a todas las entidades que de una u otra manera están involucradas con los pequeños y medianos productores, para que realmente sean ellos (los productores) los que se vean beneficiados de los TLCs y por ende el desarrollo y progreso de nuestros países, sin sacrificar nuestro entorno, tal como corresponde a una Humanidad Sostenible
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