Lecciones aprendidas de las evaluaciones ambientales
viernes, 25 de enero de 2013
Hoy quiero compartir con ustedes, cómo ha cambiado en el tiempo mi perspectiva frente al manejo de las Evaluaciones de Impacto Ambiental (EvIA) y su aplicación.
Cómo veía el tema de las EvIA hace 10 años: crear una nueva metodología más completa
Desde hace aproximadamente 10 años cuando me iniciaba en el tema de las evaluaciones ambientales, surgió en mí la inquietud de diseñar una metodología de EvIA muy completa, que se ajustara adecuadamente a la realidad del proyecto y el entorno específico, que permitiera la toma de decisiones y aplicable a cualquier actividad.
Poco a poco en este camino me fui dando cuenta, que algo faltaba, cada vez que encontraba una fórmula, un concepto, o un error de aplicación, evidenciaba que estaba más lejos de llegar a mi objetivo. En un principio encontré que sin importar el tipo de metodología que se utilizara, era muy difícil llegar a información confiable (aún con las metodologías convencionales), y la razón no se debía a que éstas fueran erróneas o subjetivas o incompletas (como generalmente se piensa), sino a un motivo muy alejado del enfoque o interpretación de conceptos ambientales. Éste consiste, en que como evaluadores tenemos una muy baja capacidad para la administración de datos. Por su parte, aún hoy, se presenta una gran subutilización de herramientas de análisis como Excel o Access, lo cual se traduce en tablas rígidas, asociaciones incongruentes, pero comúnmente difundidas y desconocimiento total del funcionamiento de bases de datos y relaciones matriciales.
Modificando el enfoque
Entonces me dí a la tarea de invertir mis prioridades, en lugar de dedicar tiempo y esfuerzo en crear una supermetodología de evaluación, me enfoqué en hacer más eficientes las existentes, desde el punto de vista de manejo y gestión de datos. Ya no utilizaba las tablas de diligenciamiento normalmente utilizadas (erróneamente llamadas matrices), sino que comencé a generar información de calidad a través del análisis de bases de datos sustentadas en los criterios de las metodologías convencionales.
Una vez logré entender (o más bien medio entender) cómo funciona el flujo de información en una evaluación de impacto ambiental, comencé a introducir pequeños cambios a mis evaluaciones, eliminando variables que consideraba innecesarias, adicionando conceptos, introduciendo criterios de calificación, siempre y cuando el cliente o la autoridad lo acpetaran. Lo anterior dió un buen resultado ante clientes y autoridades ambientales.
Pero... Otra vez estaba como al principio
Cuando ya creía que estaba por el camino correcto, alguien sugirió una pregunta que me hizo reevaluar nuevamente el tema, la cual está plasmada en la entrada ¿Existen agencias de certificación de impacto ambiental?, donde comentaba que era difícil en la actualidad llegar a una certificación de impacto ambiental, toda vez que existen muchos enfoques e interpretaciones sobre el tema y que seleccionar uno u otro de manera masiva implicaría sin lugar a dudas ir por el lado equivocado.
Entonces me di cuenta de lo siguiente; aunque había avanzado mucho, aún estaba muy lejos de llegar a un entendimiento claro del tema, que me permitiera llegar en el corto plazo a una metodología como la que mencionaba al principio de esta entrada. Y en el hipotético caso de que llegara a encontrarla... ¿Cómo afectaría realmente a la toma de decisiones? ¿Esta metodología permitiría contaminar menos, cuidar y conservar el ambiente? ¿Podría una metodología compleja conducir a acciones eficientes para mitigar impactos? Tal vez la respuesta es no. Puede ayudar, pero las acciones no se materializan por medio de metodologías, sino a través de procesos confiables, ordenados y sobretodo conscientes. Esto me recuerda la entrada Repensando la sostenibilidad. Más allá del concepto.
Entonces ¿Cuál es el camino?
Hoy por hoy, considero que el tema de las evaluaciones ambientales debe abordarse, no solo desde la parte meramente técnica, sino desde una perspectiva de políticas de evaluación ambiental (OJO, esto no tiene nada que ver con adoptar una metodología propiamente dicha), que permita a un país generar lineamientos macro sobre cómo espera proteger sus recursos naturales y compatibilizar los proyectos, obras y actividades con la oferta ambiental de su territorio. En este sentido, antes de generar evaluaciones ambientales particulares, con resultados disimiles e incomparables, debe existir una serie de discusiones sobre cuáles son las mejores prácticas de acuerdo con la vocación del territorio (industrial, agropecuaria, servicios, etc.) y su oferta ambiental.
Con esta base conceptual y política, las EvIA cobrarían un nuevo sentido, en la medida en que se convertirían en verdaderas herramientas para la toma de decisiones, lo cual incentivaría a los evaluadores a contar con mejores herramientas de análisis apoyando la innovación en el tema.
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Este artículo como muchos de los escritos que encontrará en este blog hacen parte de mi experiencia y mi aprendizaje personales. Yo transmito lo poco que se y agradezco a quienes lean y crean que esta información es importante y digna de transmitir, lo hagan citando la fuente. Más allá del ego, una humanidad sostenible también significa el respeto y reconocimiento por el saber del otro.
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