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Legados del Protocolo de Kioto

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Muchos analizan con pesimismo los resultados de la Convención en Copenhague, ya que se evidenció una falta de compromiso por parte de los líderes de países industrializados en disminuir sus emisiones. Si bien esto es cierto, creo que los resultados de esta convención son un llamado de atención a la autogestión de emisiones, empezando por la persona del común que apaga la bombilla cuando no la necesita, pasando por el empresario que optimiza sus recursos energéticos, hasta las decisiones y proyectos de reducción de emisiones nacionales y transnacionales.

En este sentido, el Protocolo de Kioto generó muchos procesos de investigación a nivel mundial que dieron como resultado el desarrollo de herramientas costo-efectivas para la disminución de emisiones. Aunque en sus comienzos dichas medidas surgieron como estándares impositivos, hoy por hoy ya tienen vida propia y no necesitan recursos o impulsos externos para seguir evolucionando, dada la dinámica que han generado. El objeto de este artículo es evidenciar el legado que el Protocolo de Kioto ha dejado y mostrar el estado del arte de la gestión de emsiones, a través de la difusión de las herramientas y mecanismos que hoy existen, los cuales siguen vigentes y evolucionando con o sin Copenhague.

Herramientas de gestión

El Protocolo de Kioto estableció herramientas de gestión flexibles para ayudar a los países firmantes a cumplir con sus estándares de emisiones: los principales son:

  • Comercio de derechos de emisión entre países industrializados del Anexo I (en este anexo se encuentran los países firmantes que tiene por obligación reducir sus emisiones.
  • Proyectos de Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL): Diseñados para que los países del Anexo I , ejecuten sus proyectos en países en vías de desarrollo (no pertenecientes al Anexo I), con el fin de compensar sus emisiones de CO2 a través del ahorro que generan dichos proyectos.
  • Proyectos de Actuación conjunta (AC): es similar al MDL, con la salvedad de que los proyectos se materializan entre países industrializados del Anexo I, con el fin de compensar y reducir sus emisiones

Como se puede evidenciar, aunque estos mecanismos fueron diseñados para los países del Anexo I del protocolo, su aplicación se puede llevar a cualquier escala. En Colombia se ha generado una herramienta de gestión de CO2, bajo estos mismos lineamientos (aunque Colombia no está en el Anexo I del protocolo). Dicha herramienta se está aplicando a nivel experimental en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA) en el departamento de Antioquia, con resultados interesantes. La estrategia consiste en que el AMVA estableció un cierto límite de emisión de CO2, con lo cual cada una de las industrias tienen un cierto límite de emisión, representados en “certificados”, los cuales las industrias están en capacidad de negociar con otras industrias del AMVA y poder cumplir con este requerimiento. Lo anterior es un gran avance y evidencia que todos los mecanismos y herramientas que generó el Protocolo de Kioto, no necesitan de otro protocolo ni convenio para su aplicación.

Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL)

Recapitulando sobre las herramientas generadas por el protocolo de Kioto, coincido con los expertos en el tema que el MDL es uno de los principales instrumentos existentes para la sostenibilidad global, debido a que involucra los tres pilares del desarrollo sostenible:

  • El económico, debido a la obtención de derechos de emisión de CO2, además de los beneficios derivados de la actividad inversora,
  • El ambiental, pues todos los proyectos MDL están encaminados a la obtención de energías limpias o a la conservación de áreas forestales y,
  • El social, ya que deben aplicarse en países en desarrollo, con el consecuente aporte de inversión, transferencia de tecnología y conocimientos, y generación de empleo.

La Huella de Carbono

Adicionalmente a lo anterior, el protocolo de Kioto permitió el desarrollo una herramienta de medición muy útil para la gestión de emisiones: la huella de carbono. Dicha huella es un miembro de lo que Juan Luis Domenech (experto en este tema) denomina “la familia de la huella ecológica”, también llamada huella ambiental o footprint. Este indicador se está difundiendo con relativa rapidez y en esta difusión se aplica sin un criterio ni enfoque definido. Si bien es cierto, la huella de carbono es un indicador muy representativo, su aplicación debe hacerse siempre y cuando exista una estrategia para la gestión de emisiones de procesos productivos, de lo contrario, no pasará de ser un test de revista de farandula.

Mecanismos de Gestión y financiación de emisiones

Aprovechando la posibilidad de utilizar la huella de carbono como herramienta de medición y los mecanismos de de gestión del CO2 mencionados anteriormente, se han creado los Fondos de Carbono en instituciones financieras multilaterales. Estos fondos tienen como finalidad la compra de emisiones de gases de efecto invernadero a países en vías en desarrollo y en economías de transición, a través de MDL y AC. Estos fondos pueden ser de origen público, privado o ambos, de participación exclusiva o multilateral.

En este sentido, existen diversos fondos de carbono en los que Latinoamérica puede participar. Entre los más importantes se encuentran:

  • Programa Latinoamericano de Carbono (PLAC): Liderado por la por la Corporación Andina de Fomento (CAF) cuyo objetivo principal es “Contribuir a la mitigación de la problemática del cambio climótico y promover el uso de energías limpias y alternativas en Latinoamérica como aporte al desarrollo sostenible de la región
  • Iniciativa Iberoamericana de Carbono (IIC): Creada en el año 2005, la Iniciativa Iberoamericana de Carbono es también gestionada por la CAF. Sus recursos se destinan a la compra de Reducciones de Emisiones a partir de proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) Con esta Iniciativa se persigue contribuir al cumplimiento de los compromisos adquiridos por España en el Marco del Protocolo de Kioto. Las prioridades de este Fondo son los proyectos de eficiencia energética y energías renovables en los países de América Latina (cuenta con 136 M€)
  • Fondo de Carbono para el Desarrollo Comunitario (CDCF): Este es un fondo de financión multilateral creado con aportes del sector público y privado de varios países y gestionado por el Banco Mundial, sus recursos se destinan a la reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a partir de proyectos de pequeña escala áreas rurales de países de menores ingresos (cuenta con 47.7 M€).
  • Fondo Biocarbono (BioCF): También gestionado por el Banco Mundial, es un fondo multilateral que busca la reducción de emisiones a partir de proyectos que capturan o reducen GEI en ecosistemas forestales y agrícolas (cuenta 44 M€). En la actualidad este fondo está direccionando sus esfuerzos y recursos hacia Latinoamérica.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, el Protocolo de Kioto nos ha dejado un gran legado, el cual se traduce en una gran responsabilidad, porque ya contamos con las herramientas para realizar una autogestión de las emisiones que generamos, por lo cual ya no tenemos excusas de que en Copenhague los líderes no se comprometieron. Ahora el compromiso recae en nosotros (usted y yo). Porque cuando nos comprometemos en la autogestión de nuestras emisiones, avanzamos en el camino hacia una Humanidad Sostenible

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