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Ecoetiquetado: Un reto cada vez más cercano

lunes, 4 de julio de 2011

En la entrada Ecoetiquetado un tema clave para los exportadores de Latinoamérica, veíamos de manera general como el ecoetiquetado puede ser un obstáculo para el ingreso de productos latinoamericanos a mercados  de países eurpeos o de Norteamérica. Hoy veremos el por qué de ese obstáculo.

Antecedentes: la apertura económica en Colombia una experiencia poco exitosa

A principios de los años 90’s del siglo pasado, Colombia experimentó la denominada Apertura económica , esta consistió en exponer la producción Colombiana al mundo. La justificación de esta decisión, fue la de generar mayor competitividad, mejores ingresos, más reconocimiento a nivel mundial. Antes de esto todo el mercado de Colombia, por política de Estado era literalmente interno. Cuando se aplicó la apertura, los resultados no fueron los esperados y hubo un descalabre industrial sin precedentes.

La razón por la cual esto sucedió, fue que dicha apertura se realizó dándole la espalda a la evolución y desarrollo que tenían otros países, no se capacitó al pequeño y mediano empresario para comprender conceptos que hoy son más conocidos como calidad, nicho de mercado, plan de proyecto, arancel, capacidad de producción, plan a 10 años, etc. Esto fue crucial, porque mientras el Estado abrió las puertas para que empresas que si conocían estos conceptos entraran al mercado colombiano sin dificultad con productos y precios muy competitivos, mientras que los pequeños y medianos industriales se ahogaron en un mar de incertidumbre. Hoy después de más de 20 años, esto ha cambiado, ya existe más asesoría, y respaldo en cuanto al tema de calidad y conceptos de negocio se refiere.

Sin embargo, hoy Colombia y Latinoamérica se enfrentan a una nueva apertura, con retos diferentes que hoy el empresario latinoamericano no lo entiende como tal y si no hay la asesoría adecuada puede generar un gran descalabro económico.

Lo que para otros países fue un proceso natural para nosotros será imposición.

El llamado ecoetiquetado tuvo sus inicios por la década de los 60’s, del siglo pasado, cuando algunas personas empezaron a exigir  productos más saludables, menos procesados, más naturales. Esta tendencia apareció como un movimiento muy pequeño de "personas excéntricas" y al principio los gobiernos y las industrias no le dieron mayor importancia, el tiempo pasó y más personas se unieron a estos movimientos exigiendo cada vez más cosas.

En la década de los 70’s surgieron las primeras ecoetiquetas, algunos autores ubican los inicios en Alemania. Este movimiento que al principio parecía no tener mucha fuerza, comenzó a generar más expectativas a sumar más participantes y obviamente al ver un buen nicho de mercado, comenzó la especulación sobre el tema, por esta razón, en 1989, la Organización Internacional de Normalización (ISO por sus siglas en inglés) publicó la "Norma ISO 14020. Etiquetado ambiental. Principios generales", la cual ha evolucionado y tiene otras normas complementarias. 

No obstante lo anterior, las personas empezaron no solo a exigir alimentos orgánicos (sello verde), sino que empezaron a preocuparse por la explotación infantil y la esclavitud, entonces surgió el comercio justo, luego comenzó la preocupación por los bosques, así surgió la etiqueta de bosques sostenibles, y así cada preocupación ambiental maneja una ecoetiqueta (contenido de material reciclado, libre de material tóxico, baja mecanización, alimentos no transgénicos, etc)

Esta tendencia está tan difundida y aceptada en los países de Europa y Norteamérica, que un ciudadano promedio de éstos países identifica en los supermercados más de 20 ecoetiquetas y sobre ellas decide diariamente los bienes y servicios que consume. Actualmente 2 etiquetas que se están imponiendo son la huella ambiental y la huella de Carbono, esto ha generando una gran tendencia y un cambio en la elección de los consumidores. Por su parte, en Latinoamérica, el ciudadano promedio escasamente identifica el logo de reciclado y pocas veces hace uso eficiente del código de colores que éste maneja.

Lo anterior evidencia que en los países industrializados (objeto de los Tratados de Libre Comercio TLC de Latinoamérica) lo que fue un proceso de más de 50 años de concientización e interiorización de conceptos y decisiones, para nosotros como nuevos proveedores será una imposición en frío. Obviamente las multinacionales y grandes emporios si tienen sus asesores y pueden pagar el dinero que implica una ecoetiqueta (se me olvidó mencionar que las ecoetiquetas tienen un costo asociado, así como la certificiación ISO 9000). Pero al pequeño productor, al pequeño empresario quién lo ayuda.

¿Quién le explica al productor de panela que la abejita del aguadepanela impide que el producto llegue a los estantes de Europa porque existe una regla que establece que los productos de origen vegetal no deben contener  proteína animal? ¿Quién le explica al pequeño productor de alimentos que en  Inglaterra hay un supermercado llamado Tesco  que imprime e introduce el etiquetado de huella de carbono a los productos alimenticios? o ¿que en Francia, Desde el 1 de enero de 2011 empezará a regir en Francia la Ley Grenelle II, la cual exige que los productos con mayor impacto ambiental (alimentos y sus derivados) informen a través de su huella de carbono (carbón footprint), las emisiones de gas de efecto invernadero (GEI) que generaron su elaboración y transporte? No hay distinciones entre productos locales o importados, y progresivamente se extenderá a todo tipo de artículos.

A lo anterior se suma otro riesgo. La mayoría de los países con los cuales se tienen negociaciones para iniciar acuerdos comerciales, poseen normas ambientales más estrictas que las nuestras y una historia de ecoetiquetado más amplia. Al entrar  a un país con normas más laxas, con consumidores que no tienen un conocimiento muy claro sobre ecoetiquetas, producción más limpia, responsabilidad social, etc., existe el riesgo de que los productos nacionales se estanquen por la legislación ambiental de dicho país y los productos extranjeros puedan entrar sin problema. Por otro lado, en un escenario menos favorecedor, se puede dar el caso (que ya se presenta), que productos no aceptados por los consumidores y leyes de otros países puedan entrar a los nuestros sin restricción alguna de nuestra parte.

¿Cómo afrontar esta situación?

Este es solo un llamado de atención, la solución debe provenir de la articulación de los diferentes sectores de la sociedad. Y convertirse en una política clara de exportación, dado que la tendencia por lo menos en Colombia es esa. Tenemos TLC con la Unión Europea, ya iniciamos negociaciones con Canadá, a partir de este mes (julio de 2011), entra en vigencia el TLC con Suiza. También hay negociaciones con Corea y otros países de Asia, todos conocemos el tortuoso camino del TLC con Estados Unidos. En fin, estamos incursionando comercialmente en muchos países, pero como ciudadanos no sabemos qué productos se comercializan con ellos, ni conocemos la tendencia de consumo que estos países manejan sobre dichos productos, lo cual es una desventaja para nuestros pequeños y medianos empresarios, para nuestros pequeños agricultores.

Y así como hoy por hoy existen diferentes programas de capacitación para producir y exportar bajo los conceptos de calidad, conocimiento de aranceles, Buenas Prácticas de Produccuón (BPM), impuestos, etc., debería también existir un programa basado en un enfoque ambiental legal, que le permita a un productor saber cuál va a ser la aceptación de un producto de acuerdo a las tendencias de consumo de un país determinado o que ecoetiquetas   debe obtener (tradúzcase: cuánto dinero debe invertir) para incursionar en un mercado específico de manera competitiva y a su vez, debería existir apoyo para que ese empresario pueda generar productos con las especificaciones que el mercado está exigiendo en ese momento desde el punto de vista ambiental o de responsabilidad social. Por su parte, nosotros los consumidores deberíamos conocer cuáles son las tendencias de consumo y la legislación ambiental que tienen los ciudadanos de un determinado país sobre un producto específico, para saber si estamos consumiendo bienes y servicios que dicho país realmente daría a sus ciudadanos, o estamos consumiendo aquello que literamente es no apto  = basura.

El conocimiento es la base de una Humanidad Sostenible.

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